martes, 23 de septiembre de 2008

Lunes Cualquiera

Hace algunos días me despertó el sonido de la lluvia que golpeaba la acera, (nada alentador para ser Lunes), dispuesto a cumplir con mi cita laboral, salgo de la ducha me preparo para salir a pelear contra el inclemente tiempo, salgo a la calle y los buses no hacen caso a mis señales, sigo caminando bajo la insistente lluvia hasta la estación de buses, en donde por casualidad al subirme al próximo conseguí un lugar al lado de la ventana para sentarme, pongo música en mis oídos y empieza mi travesía... al poco tiempo de iniciar el viaje me doy cuenta que se filtra un poco el agua por el borde de la ventana llegando hasta mi brazo... en cuanto puedo me cambio de asiento para evitar mojarme, y de nuevo consigo un lugar al pasillo, poco después sube una mujer con sombrilla en mano victima del clima, la cual sin darse cuenta la recuesta sobre mi pierna, manifestándole mi incomodidad con movimientos la joven se percata de la situación y la acomoda en otro lugar.

Continuamos el viaje plagado de colas, en medio del vitoreo clásico de los ayudantes (“corrase mamaita porfa”, “enmedio hay espacio jefe colabore”) y policías de transito despistados… llego al lugar en donde tengo que transbordar, agradecido con la madre naturaleza por disipar un poco la lluvia, voy caminando buscando un refugio para esperar el bus que me trasladará hacia mi destino final, de pronto, el rugido de los neumáticos apartando el agua del camino es el perfecto preámbulo que me anunciaba, un inminente cambio de humor, medio cierro lo ojos, encojo los hombros y detengo la marcha, sin embargo, el continuo recorrido del automóvil forma una, pequeña, suave y helada ondulación que tiene el tamaño necesario para cubrir por unos cuantos centímetros mis zapatos, (recién lustrados por cierto), con demonios en mi cabeza observo como se aleja el imprudente conductor, llego a mi trabajo, me preparo una tasa de café caliente, suspiro y pienso:
“Solo es un Lunes Cualquiera…”.

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