Les ha pasado que
cuando escuchamos: “La Jura de la Bandera”, de inmediato nos transportamos a
nuestra niñez? Claro! Como todo buen chapín, recordamos que nunca faltó un solo
Acto Cívico a lo largo de nuestra infancia en el colegio o escuela, en donde
pasara al frente un compañero nuestro o incluso nosotros mismos a decir como
introducción: “Levanten su mano derecha a la altura del hombro y repitan
conmigo…”, para que momentos después recitáramos todos juntos al unísono una
“jura” digna de admiración, un respeto increíble hacia nuestro símbolo patrio, es
como el mejor de los poemas, como la promesa más sincera, una entrega total de
admiración y respeto… sin embargo, pareciera que muchos de nosotros con el paso
del tiempo olvidamos aquellas afectivas palabras que hace ya varios años atrás escribió
el célebre poeta quetzalteco Alberto Velásquez, invadido de un inmenso fervor
cívico hacia nuestra patria, enfocándose en nuestro símbolo patrio más
significativo: nuestra bandera!, ¿se imaginan que habrán sentido los habitantes
de aquellos tiempos cuando escuchaban las primeras veces la jura de la bandera?
tuvo que haber sido un proceso increíble, todo el mundo se identificaba
plenamente con dicho recital, pero… ¿cómo creerían ustedes que fuera nuestra
Jura de la Bandera si fuese escrita en la actualidad?
He aquí quizás un
pequeño ejemplo de lo que podría ser…
En negrilla, la letra original de tan profundo poema dedicado a nuestra bandera, escrito por el poeta Alberto Velásquez, en rojo una versión muy personal de lo que podría ser nuestra realidad:
Bandera Nuestra, a
ti juramos
/ Bandera nuestra… a ti ignoramos!
devoción
perdurable, lealtad perenne,
/ respeto deplorable, lealtad inerte,
honor, sacrificio y
esperanza,
/ temor, consumismo y desesperanza
hasta la hora de
nuestra muerte
/ se vive en nuestras calles incluso hasta la
muerte,
en nombre de la
sangre y de la tierra
/ el nombre de nuestra tierra a veces nos da
pena
juramos mantener tu
excelsitud
/ y juramos en vano cambiar esa actitud,
sobre todas las
cosas,
/ A pesar de todas estas cosas
en los prósperos
días y en los días adversos
/ trabajamos todos los días, aún en días
adversos
velar y aún morir,
porque ondees perpetuamente
/ reír para no morir, quejándonos perpetuamente
sobre una patria
digna.
/ soñando en convertirnos en una patria digna.
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