Entramos a un cálido recinto, en donde degustamos de una taza caliente, un capuccino como acostumbro, con la compañia perfecta la charla se envuelve en risas, luego entre bocadillos y recuerdos la noche se pone nostalgica.
Ya entrados en calor, decidimos cambiarnos de local para seguir consumiendo, aunque esta vez las bebidas no serán calientes, salimos de nuevo a la calle y el clima ahora ya no importa por que los ánimos estan prendidos, escogemos al azar un lugar de muchos sobre la acera y entramos, llegamos a nuestra mesa y mientras la anfitriona saluda a varios conocidos, yo pido la carta y busco una bebida que según dicen es originaria de la región, pero que fue absorbida por un gigante de la industria, igual... no podía dejar de probarla, yo creo que de ella sacaron lo de "Orgullosamente Nacional" (bien CABROnes!)
La plática se extiende y las risas decoran la velada, el tiempo sigue su marcha y mañana hay que seguir nuestro rumbo, satisfechos todos por la amena compañia concretamos con caras largas que ya es hora de partir.
Nos despedimos frente al parque de fuente multicolor, prometiendo una proxima ocasión, se da la vuelta y se pierde en el horizonte, respiro y miro a mi alrededor, ahora mi compañia son las edificaciones clásicas de un tiempo mozo acompañado por los ruidos de la noche, el frio se acenta y las calles de piedra añejada me invitan a ir a descanzar, en lo alto de mi habitación , se contempla la imagen omnipresente de la cupula de la Iglesia, veo al cielo y se deja ver de nuevo la Luna... la Luna de Xelajú.