Cuanta la leyenda de un par de perros que dormían en las calles de
mi colonia... (Si, aquí en la Justo), con el pasar del tiempo, era tan normal
ver a 2 inquietos perros por las calles de cierta cuadra, al grado que ocasionalmente
algunos vecinos dejaban un plato de comida por las noches para los juguetones
animales frente a sus puertas o en los callejones.
Los perros en señal de agradecimiento (decían los abuelitos),
cuando alguna persona caminaba sola rumbo la mercado de la colonia, uno de
ellos lo acompañaba, como escolta (decían las abuelitas), pero el punto era que
curiosamente las acompañaban a dar las vueltas del mandado; el tiempo fue pasando y cada familia le ponía
a los perros el nombre que quisiera, ya que no tenían un nombre oficial por ser
precisamente callejeros, día con día eran mas los vecinos que salían a la
puerta de su casa a dejar comida, hubo quieres hasta acondicionaron un callejón
con cajas y pedazos de lamina para que en las noches lluviosas no pasaran
muchas penas, todos convivían con normalidad, es decir, la gente ya se había
acostumbrado a la presencia de los canes en la cuadra, y familias enteras les
demostraban cariño; hasta que una tarde, una joven vecina del sector, quien les
tenia mucho aprecio a estos perros recibió una llamada camino a su casa, era un
familiar, le llamaba para contándole que “Negris” y “Blanquis” tenían muy mal
aspecto, la joven muchacha ya lo había notado días atrás, pero esta vez era
mucho peor, al llegar a la cuadra, se percató de inmediato de lo que pasaba,
sin embargo, dejaron que pasaran así la noche, con la esperanza de que al día
siguiente todo volviera a su normalidad.
Al amanecer, varios de los vecinos, discretamente se acercaban a
sus ventanas para buscar a los alegres perros que usualmente jugueteaban con
las flores alrededor de la Ceiba que majestuosamente adorna el pequeño parque
de la cuadra, pero esa mañana no sería igual… los perros no presentaban
mejoría, decaídos, tristes y hasta delgados, lucían muy mal…, estas señales
alertaron cada vez a mas vecinos, quienes dejados llevar por su corazón (en su
mayoría niños y jóvenes), hicieron una pequeña “Coperacha” (colecta) para
llevarlos con un Veterinario, quien al examinarlos y al conocer los síntomas
inmediatamente dedujo que a los perros les habían dado “bocado”, el profesional
sugirió que los vacunaran, quizás así podían revertir o aminorar los malestares,
los vecinos (ahora unos cuantos mas) nuevamente hicieron otra coperacha para
las vacunas, los que aportaron mas dinero fueron –curiosamente- los mas chicos,
sin duda, los que mas identificados estaban con los perros, después de
“ajustar” para comprar las vacunas y después de colocárselas, todos esperaban
una mejoría… la cual tristemente no llego.
Horas mas tarde, los perros simplemente… dejaron de respirar, los
vecinos que estaban a la expectativa se vieron muy afectados por la muerte de
“los perros”, la noticia se regó rápido dentro de la cuadra, y cada vez mas
vecinos con pesar, se resignaban entre todos de la muerte de aquellos “perros
callejeros”.
Un ambiente silencioso, ojos bajos y caras serias era como se vivía
la noticia en la cuadra, de pronto, un grupo de vecinos de todas las edades (inusualmente)
se reunieron en el parquecito para comentar lo sucedido, mientras el cuerpo de
aquellos perros yacía envueltos en sabanas en el callejón aquel, entre el
murmullo alguien sugirió que los quemaran y que, dentro del parque (que era
donde mas tiempo se la pasaban), les cavaran una tumba, como gesto del cariño
que les tenían, todos sin dudarlo pusieron manos a la obra, lo que produjo que,
una vez mas un grupo considerable de vecinos salieron de sus casas para presenciar
el entierro improvisado, y según testigos, a mas de alguno hiso rodar una que
otra lágrima de tristeza.
Tan solo un par de noches después de aquella tarde gris, pude ver
personalmente como por las noches llegaban familias enteras a visitar la tumba
aquella, la cual contaba con una lápida improvisada de cemento, hecha por los
niños de esa cuadra, en donde dejaron reflejado el cariño que sentían por aquellos
perros callejeros que adoptó y les tomó cariño toda una cuadra entera. –fin-
Comentario:
Me es grato y sumamente increíble ver como los seres vivos se
pueden llegar a solidarizar con otros seres vivos… aunque no sean de la misma raza
o especie; si pensáramos un poquito más y fuéramos más solidarios con el dolor
ajeno, nuestra realidad sería otra y nuestra sociedad seria mejor, –pienso-.
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