jueves, 1 de diciembre de 2011

Una historia de perros...


Cuanta la leyenda de un par de perros que dormían en las calles de mi colonia... (Si, aquí en la Justo), con el pasar del tiempo, era tan normal ver a 2 inquietos perros por las calles de cierta cuadra, al grado que ocasionalmente algunos vecinos dejaban un plato de comida por las noches para los juguetones animales frente a sus puertas o en los callejones.

Los perros en señal de agradecimiento (decían los abuelitos), cuando alguna persona caminaba sola rumbo la mercado de la colonia, uno de ellos lo acompañaba, como escolta (decían las abuelitas), pero el punto era que curiosamente las acompañaban a dar las vueltas del mandado;  el tiempo fue pasando y cada familia le ponía a los perros el nombre que quisiera, ya que no tenían un nombre oficial por ser precisamente callejeros, día con día eran mas los vecinos que salían a la puerta de su casa a dejar comida, hubo quieres hasta acondicionaron un callejón con cajas y pedazos de lamina para que en las noches lluviosas no pasaran muchas penas, todos convivían con normalidad, es decir, la gente ya se había acostumbrado a la presencia de los canes en la cuadra, y familias enteras les demostraban cariño; hasta que una tarde, una joven vecina del sector, quien les tenia mucho aprecio a estos perros recibió una llamada camino a su casa, era un familiar, le llamaba para contándole que “Negris” y “Blanquis” tenían muy mal aspecto, la joven muchacha ya lo había notado días atrás, pero esta vez era mucho peor, al llegar a la cuadra, se percató de inmediato de lo que pasaba, sin embargo, dejaron que pasaran así la noche, con la esperanza de que al día siguiente todo volviera a su normalidad.

Al amanecer, varios de los vecinos, discretamente se acercaban a sus ventanas para buscar a los alegres perros que usualmente jugueteaban con las flores alrededor de la Ceiba que majestuosamente adorna el pequeño parque de la cuadra, pero esa mañana no sería igual… los perros no presentaban mejoría, decaídos, tristes y hasta delgados, lucían muy mal…, estas señales alertaron cada vez a mas vecinos, quienes dejados llevar por su corazón (en su mayoría niños y jóvenes), hicieron una pequeña “Coperacha” (colecta) para llevarlos con un Veterinario, quien al examinarlos y al conocer los síntomas inmediatamente dedujo que a los perros les habían dado “bocado”, el profesional sugirió que los vacunaran, quizás así podían revertir o aminorar los malestares, los vecinos (ahora unos cuantos mas) nuevamente hicieron otra coperacha para las vacunas, los que aportaron mas dinero fueron –curiosamente- los mas chicos, sin duda, los que mas identificados estaban con los perros, después de “ajustar” para comprar las vacunas y después de colocárselas, todos esperaban una mejoría… la cual tristemente no llego.

Horas mas tarde, los perros simplemente… dejaron de respirar, los vecinos que estaban a la expectativa se vieron muy afectados por la muerte de “los perros”, la noticia se regó rápido dentro de la cuadra, y cada vez mas vecinos con pesar, se resignaban entre todos de la muerte de aquellos “perros callejeros”.

Un ambiente silencioso, ojos bajos y caras serias era como se vivía la noticia en la cuadra, de pronto, un grupo de vecinos de todas las edades (inusualmente) se reunieron en el parquecito para comentar lo sucedido, mientras el cuerpo de aquellos perros yacía envueltos en sabanas en el callejón aquel, entre el murmullo alguien sugirió que los quemaran y que, dentro del parque (que era donde mas tiempo se la pasaban), les cavaran una tumba, como gesto del cariño que les tenían, todos sin dudarlo pusieron manos a la obra, lo que produjo que, una vez mas un grupo considerable de vecinos salieron de sus casas para presenciar el entierro improvisado, y según testigos, a mas de alguno hiso rodar una que otra lágrima de tristeza.

Tan solo un par de noches después de aquella tarde gris, pude ver personalmente como por las noches llegaban familias enteras a visitar la tumba aquella, la cual contaba con una lápida improvisada de cemento, hecha por los niños de esa cuadra, en donde dejaron reflejado el cariño que sentían por aquellos perros callejeros que adoptó y les tomó cariño toda una cuadra entera.  –fin-

Comentario:
Me es grato y sumamente increíble ver como los seres vivos se pueden llegar a solidarizar con otros seres vivos… aunque no sean de la misma raza o especie; si pensáramos un poquito más y fuéramos más solidarios con el dolor ajeno, nuestra realidad sería otra y nuestra sociedad seria mejor, –pienso-.

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