Sumergido entre los asuntos propios del trabajo, una tarde de
Lunes, allá por el mes de marzo, el indiscreto sonido del celular irrumpe la
eterna y tranquila tarde laboral, al tomar el teléfono, “el” no pude disimular
asombro en su rostro por el nombre que reflejaba el identificador de llamadas,
“será posible?” –pensó-, la intriga
reflejada en sus ojos se manifestó en la reacción de su impaciente dedo pulgar,
que rápidamente presiono la tecla para atender la sorpresiva llamada.
El: Aló? (pregunto fingiendo algo de duda)
Ella: “Hola! –risa- Sabes quien te habla?”
En ese momento, “el” viajo mentalmente 6 años atrás, cuando por
primera vez “ella” entró al salón de clases, (Ah… como extraño mis tiempos de
colegio); en esa ocasión, con una sonrisa mas tímida que coqueta, sus
peculiares ojos achinados y los hombros encogidos se presento diciendo su
nombre entre dientes, algo que, a mas de alguno le arrancó un suspiro…; Si, era
“ella”, aquella joven muchacha adolescente que con su coquetería seguramente enamoró
a muchos, y “el” se dejo fascinar por su forma de ser… pero de regreso a la
realidad, la tenía al otro lado del teléfono, después de tanto tiempo aún
presentaba interés por “el”, pero para ser sincero, esa química permanecía viva
entre ambos muy discretamente a pesar de la distancia.
El: “ja! claro que sé quien habla, reconocería tu voz en cualquier
parte; No sabes el gusto que me da escucharte de nuevo!” –contesto-
Ella: “A mi también me da gusto oírte… tengo varios días de querer
hablar contigo… (Silencio) y como has estado…?”
Fue así como comenzaron a platicar larga y profundamente,
recordando los momentos juntos en el salón de clases, recordando un poco a sus
compañeros de estudio, cómo fue que se hicimos novios y reclamando al destino
el poco tiempo que lo disfrutaron, (Ya que por decisión de sus padres, al
terminar el ciclo escolar de aquel año, ella tenía tuvo regresar con sus
padres, lejos de la capital), pero agradecidos por los gratos momentos que vivieron,
risas e incluso llanto al momento de su despedida, la cual, dicho sea de paso,
incluyó rosa y serenata en la puerta de su casa; sin duda, una gran experiencias como adolescentes que lo erán,
por lo limpia, inocente y sincera que fue su relación.
No paso ni una sola semana después de aquella inesperada llamada
cuando en otra charla de aquel mismo mes, no pudieron evitar lo que ambos decían
sin mencionar:
Ella: Y… será que algún día nos podemos ver de nuevo?
–tímidamente preguntó-
El: Por mi encantado, será un placer! –Respondio sin perder tiempo-
Ella: En serio? Que bien! Cuando tienes tiempo?
El: Pues… si quieres esta misma tarde! Al salir del trabajo llego a
donde me digas. te parece bien?
Ella: Me encanta la idea!
La tarde se hizo eterna, los minutos no avanzaban y los nervios se
asomaban, la melodiosa alarma del viejo reloj que decoraba la pared del trabajo
aquel indicando las 5pm empunto, marcó el inicio de una tarde/noche verdaderamente
memorable.
Esa tarde de marzo, “el” se sentía inquieto y no era de miedo,
estaba temblando y no era de frió, caminaba muy rápido y no estaba huyendo;
mientras “el” se acercaba al punto de encuentro, motivado por la impaciencia
toma el teléfono y la llama, unos cuantos metros mas adelante, se ve una mujer que
rápidamente saca un celular de su bolsa, mientras contesta la llamada casualmente
voltea a ver hacia la dirección de donde “el” se acercaba; “Ya te vi?” –dijo
ella-, “No haz cambiado nada, sigues tan bonita como antes”, -respondió el- algo que “ella” agradeció con esa peculiar
sonrisa encantadora y los hombros encogidos como era su costumbre, cuando se
encontraban justo frente a frente, la única reacción que tuvieron fue fundirse
en un abrazo sin mediar palabra, (si, de aquellos que vos quisieras nunca
desprenderte); “ella” recostó su rostro sobre hombro, sus manos acariciaron su
espalda, el discreto temblor de su abdomen pegado a su cuerpo y el fuerte latido
de su corazón, fueron los delatores de la química que existía aún entre ambos,
así, es esa posición pasaron los minutos, se despegaron del mundo y su
realidad, sin decir ni una sola palabra, tan solo dejándose envolver de lo
cálido del momento.
Esa tarde, pudieron verse a los ojos de nuevo, caminaron juntos
varias cuadras sin rumbo, de la mano, sonrientes los miraban pasar, hablando,
riendo, recordando y/o festejando, que mas da, estaban juntos de nuevo, todo
era como un cuento hasta que…
Ella: Pues… la verdad, te busqué después de tanto tiempo para decirte
una cosa.
El: En serio? Dime que cosa es?
Ella: Nuestra historia juntos fue corta… pero muy bonita, muy sincera y
pura, y ahora después de tantos años te vuelvo a localizar, y esta vez no te dejarte
ir… no me importa cuanto me cueste, estoy dispuesta a luchar por ti para que
vuelvas a mi lado.
El: -Todavía con cara de asustado por semejante declaración respondió-
“Wow… es increíble escuchar eso, me
encantaría… pero para serte sincero, yo también tengo algo serio que decirte…
Ella: en serio? Entonces dime…
El: -Con la garganta obstruida por el sentimiento, las manos
temblorosas y corazón a punto de colapsar… dijo:- No tienes idea lo que causaste
en mi con esas palabras, créeme que el sentimiento que tengo hacia no ha
aminorado, me encantaría volver contigo, pero existe un pequeño detalle… la semana siguiente me caso!
Con un gesto de incredulidad… y quizás con una sonrisa entrepuesta
entre sus labios, ella le pide que diga que sea una broma, a lo que “el” le
confirma que no lo es, sus avellanados ojos se empiezan a llenar poco a poco de
lágrimas, “el”, no sabiendo que hacer se le acerca y le da un beso en la
frente…
El: Perdón… pero lo tenía que decir.
Ella: Y cuando tenias pensado decirme eso? (pregunta con tono enojado) Acaso
el día de tu boda, o la próxima vez que nos juntáramos a comer un helado?
El: También es duro para mi… no sabía que me habías buscado para
mantenerte a mi lado, y creéme, me encantaría regresar contigo… pero esta vez
lo dijimos demasiado tarde…
Sentimientos encontrados, tristeza, confusión… no se sabe;
fungidos en un abrazo con los dedos aferrados a la espalda del otro, pasan
silenciosos los minutos, que en medio de lágrimas y sueños frustrados, fueron
testigos de la mala broma que les jugó Cupido por quererlos ver separados, ambos
se rehusaban decir adiós, reclamaban al cielo por no tener mas tiempo juntos, las
manos, las manos delatoras entrelazadas no las lograban desprender, una mágica
química envolvía sus miradas, un
revoloteo en la panza se asomaba justo antes que sus labios el besara…
Aquella tarde ambos la recuerdan
con mucho cariño, tarde en donde ella prometió escribir esa historia en un
libro, él al contrario lee la historia con una ilusión tal cual niño, en el
blog de un amigo que quizás paso por lo mismo.